jueves, 31 de mayo de 2012

X Feria Venatoria –VENALMAZÁN-




Comienza la preparación de las cosas que hay que hacer para presentarse en la Feria.

Confeccionar una lista y que no se quede nada para última hora, los nervios ya empieza a aflorar a medida que se van anotando tareas en el papel, la letra tiende a cambiar, los renglones no salen lo rectos que a uno le gustaría. Me vienen a los recuerdos una ocasión que hablando con una persona muy agradable y que lleva unos pocos de años en la montería decía que las noches antes de cada salida al campo las pasaba casi en vela mirando cada dos por tres el reloj. Eso mismo me sucede a mi cada vez que hay un acontecimiento con los perros.

En fin no perdamos el hilo y sigamos con los preparativos.

El carro aunque limpio habrá que lavarlo y quitarle el polvo de estoe días de descanso.

Tinte para poner el hierro “CID” a cada perro que lleve a exponer.

Revisar el bebedero, aunque el pronóstico del tiempo sea que no va a hacer mucho calor, pero nosotros también tomamos una cerveza aunque no tengamos sed.

Lonas, toldos o similares para resguardarlos del agua o sol si los hubiere.

Papel picado para que estén cómodos y tranquilos, tumbados y pacientes mientra miles de ojos les observan y comentas de ellos:”que tranquilos están aquí para lo que se mueven en el campo”.

Prepara los collares, y ponérselos un día antes para que no estén muy nerviosos, pues para ellos el ponerles el collar lo tienen relacionado con las salidas al campo y esto es lo que mas les gusta; las cadenas para acollarar; un paraguas por si llueve que estamos en abril/mayo.

Pasan los días y se va preparando todo a su ritmo y con suficiente nerviosismo.

Llega el Día 28 (sábado) por la mañana, las tareas de casa, ir al mercadillo a por fruta y hortalizas para sembrar en el huerto, (tomates, pimientos, calabacines, lechugas,…) Compras en el supermercado la comida de casi toda la semana, pan en la panadería que lo hacen muy bueno, salir a tomar el “vermut” con la familia y cuadrilla, comemos y por la tarde no hay tiempo para siesta, a la finca-perrera a plantar en el huerto las plantas compradas y a rematar lo que quede; cepillados a los perros y pintura, colocar collares y probar las colleras una vez más.

Las ocho de la tarde, va oscureciendo y ya está todo listo para mañana, que hay que estar allí entre de 9 a 9:30, saldremos de aquí de 7 a 7:30 para ir con tiempo, así que tendré que levantarme a las 6 – 6:30 para venir, soltarles un poco que caguen y meen y cargar los que me vaya a llevar.

Por la noche ya lo sabia yo, no puedo dormir de un tirón y aunque he puesto el despertador, no lo dejo sonar pues ya me levanto yo antes,

Cojo las cosas que tengo preparadas del día de antes, chaleco, zahones y me voy tranquilamente al coche, lo dejo en la bandeja trasera y me voy a la gasolinera, lleno el deposito, cada vez cuesta más dinero llenarlo y eso que la capacidad es la misma de siempre.

En cuanto los perros sienten el ruido de este coche se ponen a ladrar y saltar, ¿qué pensarán los perros? Si es que piensan.

Suelto corrales y todos salen corriendo a buscar un rincón, árbol o seto para mearlo y algunos lo más gordo: corretean contentos y algunos lanzando ladridos de algarabía.

Entro a la nave y abro las puertas del carro uno a uno los voy llamando pero viene todos a mogollón, todos quieren entrar pero no puede ser, solo me dejan llevar 15 perros.

Cristiano, abajo; Caporal no, tú no vienes, a tu corral; Trizas, tú aquí; y así uno a uno los voy cargando o metiendo a su corral correspondiente.

Todo cargado y en orden, abro las puertas cocheras y entro con el coche a enganchar el carro, lo tengo todo controlado y me guío de unos rasgos de la pared para tener referencias y llegar al punto justo de enganche, Bajo del coche, engancho, acoplo cables y hago las comprobaciones oportunas, todo perfecto, ¡vámonos!

Los perros que no viene se quedan mirándome esperando una respuesta de porque a ellos no les toca hoy.

El viaje es tranquilo, no hay mucha circulación, y a mi no me gusta correr y menos con el carro.

Llegamos a Almazán, las 8:15, me da tiempo a tomar un café, bajo del coche y tirito, pero no de frío, son los nervios que no los puedo controlar.

En el recinto ferial y ya al lado del corral que me corresponde, aparco el coche y me dispongo a colocar los perros uno a uno dentro del habitáculo, una vez que están los 15, pongo la malla sobre las vallas, preparo el bebedero y les echo una bolsa de papel picado que al momento empiezan a jugar con él.

Los perros están ya preparados, ahora el perrero, me lavo y me arreglo como manda la ocasión: gorra, chaleco, polainas, zahones, me cuelgo la funda del machete y la caracola y a esperar los acontecimientos.

Es todo un desfile de curiosos, conocidos y conocedores de la montería, nos avisan de que se han preparado unas migas para el que quiera acercarse a comerlas y seguir comentando entre amigos curiosidades de este mundo.

Empieza el concurso de presentación de rehalas, y afamados representantes del mundo de la rehala hacen acto de presencia con sus libretas tomando nota y preguntando una y otra cosa, continuamos con las colleras, y cada rehala saca un par de perros a cual más impresionante, los mismos jueces, mismas libretas y otras anotaciones. Concurso de caracolas y acompañamiento de la voz, suelta, animación y llamada.

Comida, una paella preparada por los cocineros de las migas, pan vino y fruta de postre, un café con gotas y a la charla, amena y muy interesante la de cualquiera de los ponentes.

Entrega de premios, aplausos fotos, comentarios, enhorabuenas, recogida y a casita.